En el sentido etimológico, la palabra latina “sacramentum” es un sustantivo que se deriva del adjetivo “sacer” – “sacra” – “sacrum” que significa algo que santifica (“res sacrans”) y equivale en griego a la voz “misterio” (cosa oculta, sacra, o secreta).
Jesucristo instituye los sacramentos que “son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina” (Cat. n.1131).
Son signos sensibles de una realidad sagrada, mediante ellos, los fieles se unen a Dios y participan en la vida divina.
Al haber sido confiados los sacramentos a la Iglesia, ellos son de la Iglesia. Cristo le da a su Iglesia los sacramentos – “maravillas de Dios” – y estos hacen que Ella cumpla con la misión de santificar, distribuyéndolos a los fieles, como camino hacia la santificación.